En este post trataremos de hacer una reflexión sobre el concepto de escuela progresista o activa y de sus implicaciones para el aprendizaje de los alumnos, pero desde una perspectiva de centro y de cómo afecta a su imagen y a su reputación. Así, podrás conocer cuáles son los puntos en común de tu oferta formativa con la filosofía de escuela progresista (también llamada escuela activa o escuela nueva) y qué puedes mejorar, pero para entenderlo antes vamos a recordar el concepto.
¿Qué es la escuela progresista o activa?
Se trata de un movimiento pedagógico surgido a finales del siglo XIX que critica la considerada escuela tradicional que era común en esa época y también en el siglo siguiente. Esta se caracterizaba por unas lecciones rígidas, un papel unidireccional del profesor y una actividad fundamentalmente memorística por parte de los alumnos. Además, incentivaba la competitividad entre alumnos, que estaban sometidos a la autoridad del profesor y que aprendían en grupo, sin explotar sus habilidades individuales.
Esta forma de educar era muy diferente a lo que hoy se considera óptima, ya que no permitía que los niños desarrollaran sus propias habilidades o características diferenciadoras. Ante esta perspectiva, varios grupos de profesores pensaron que era necesario un cambio, y comenzaron a solicitar una nueva forma de entender el sistema pedagógico. Estas demandas estaban dispersas en múltiples países de Europa e incluso en Estados Unidos hasta que en 1899 Adolphe Ferriere fundó en Ginebra la Oficina Internacional de Escuelas Nuevas, cuyo objetivo era poner en contacto a todos estos grupos basados en la nueva concepción de la educación.
¿Cuáles son las características de la escuela progresista o nueva?
Fundamentalmente se cambia la concepción del alumno como sujeto pasivo y se le implica en el proceso docente. Así, se apuesta por los siguientes cambios en relación con la situación anterior:
- Estudio de la personalidad del niño/a y su comportamiento para adaptar su educación: Se basa en la premisa de aceptar que cada alumno cuenta con habilidades diferentes y que por tanto la educación no debe ser homogénea.
- Docencia individual: En contraposición a la grupal que se realizaba antes, para poder hacer un seguimiento más personalizado de las necesidades de cada alumno.
- Educación social: Uno de los grandes cambios de este movimiento fue el de introducir valores sociales en los programas docentes, para no centrarse solo en los conocimiento académicos, sino en formar buenos ciudadanos que participen en la vida social y cambien los aspectos en los que no están de acuerdo.
- Mayor libertad, pero asumible con todas las responsabilidades: Se apuesta por dar libertad al alumno con respecto a sus actos pero en enseñar también que todo acto conlleva una responsabilidad.
- Desarrollo de la creatividad como forma de diferenciación de cada alumno para dotarle de una mayor seguridad en sus actos.
- Eliminación de la figura del profesor autoritario, que se sustituye ahora por la de un apoyo al aprendizaje, alguien que está ahí para ayudar a los niños en su proceso de desarrollo.
¿Contamos actualmente con un modelo de escuela progresista o activa?
Por supuesto, la antigua concepción de la educación queda muy lejos de lo que hoy estamos acostumbrados a ver. Los procesos de enseñanza son diferentes y la figura del maestro ya no es la de un personaje autoritario pero, ¿hemos llegado a adoptar todas las premisas de este movimiento? Muchas escuelas tienen todavía un pensamiento estático sobre la educación, que no incluye un trabajo personalizado o el fomento de la creatividad. Apostar por ello no solo es importante para el alumno, sino que contribuye a la imagen de la propia escuela.
¿Cómo valoran las familias el modelo de escuela progresista o activa?
Muchos padres y madres de alumnos están preocupados por la calidad de la enseñanza en España. Los informes PISA anuales, que analizan la calidad de la educación en diferentes países, nos dicen que estamos muy lejos de valoraciones educativas como las de los territorios nórdicos, y esto se debe en parte porque las escuelas no se consiguen adaptar al modelo de escuela progresista o activa. Mireia Long, fundadora de Pedagogía Blanca cree que para revertir esta situación hay que “apostar por la creatividad y el aprendizaje vivencial y significativo, eliminar la memorización y los exámenes, flexibilizar el currículo, reducir radicalmente las ratios en vez de aumentarlas y dar un verdadero impulso a la educación emocional, la personalización y la atención a las necesidades individuales”, fundamentalmente las premisas mencionadas en el modelo de escuela nueva.
Apostar por estas iniciativas en el centro educativo supondrá un cambio muy significativo en la visión que las familias tengan de la escuela y de su oferta formativa, además de la implicación de los profesores en la educación de sus hijos. De hecho, supondría además un planteamiento pedagógico diferenciador con respecto a otras escuelas que no lo han aplicado o con doctrinas más rígidas. Si ya cuentas con sistemas que mejoran la calidad educativa, como procesos de participación de los alumnos en la creación de los contenidos, formas de estimular la creatividad o incluso procesos innovadores de evaluación pedagógica, debes comunicarlo a las familias para despertar su interés y convencerles de que apuestas por la personalización de la enseñanza.
Así, los centros que siguen de manera más clara el modelo de escuela progresista o activa y por tanto se parecen más a las escuelas de países que tienen una tasa de triunfo escolar más alta son los más valorados tanto por los alumnos como por las familias e incluso el personal docente, que se implica más en las clases y al que se le puede dar más libertad en la creación de contenidos y en la forma de transmitirlos para adaptarlos a las necesidades propias de cada curso, siempre siguiendo la línea docente marcada por el centro.
Aunque todavía nos queda mucho camino para adoptar todas las doctrinas de la escuela progresista o activa, lo cierto es que muchos centros ya están apostando por una educación más personalizada y la estimulación individual de cada alumno, lo que resulta un elemento diferenciador y que mejora la imagen que proyecta al exterior. En los próximos años veremos un cambio de tendencia hacia una educación de calidad basada en este modelo, que ya se ha implantado en otros países europeos.
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