Toda escuela debe redactar un proyecto educativo conforme a lo establecido por la Lomce. Ya que son variados los aspectos a tener en cuenta, hoy nos centraremos en su definición, junto con algunos atributos básicos que han de estar presentes.

Proyecto educativo
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¿Qué es un proyecto educativo?

Se entiende el proyecto educativo de centro como el documento, que debe ser público para conocimiento de toda la comunidad, el cual, llevado a la práctica, define la identidad de la escuela, estipula los valores de la institución y recoge los objetivos, metas y prioridades del citado proyecto dentro del ámbito social y cultural que le rodea, siempre atendiendo a los principios que le identifican. En él también serán incluidos los currículos aprobados por el Claustro además de la metodología establecida para tratar las materias correspondientes.

 

¿Qué debe contemplar un buen proyecto educativo?

El proyecto educativo global

Según los autores Antúnez (1992) y Álvarez Fernández (1992), el proyecto educativo es una “propuesta integral” que se emplaza como una “pequeña constitución”. Esto se encuadra en un marco de globalidad. Ya que al igual que la constitución, este proyecto va a englobar los valores por los que se va a regir el centro, van a venir definidos los objetivos que se pretenden alcanzar y a determinar las actuaciones prioritarias para la consecución de dichos objetivos.

 

Autonomía de centro

En este caso, hay que poner la mirada en la responsabilidad que tiene un centro educativo para con su comunidad, siendo la educación del alumno el fin último.

Según Labaree (1992), “el ejercicio de una profesión tiene un espacio de autonomía y un cuerpo de conocimientos determinado”. En el caso de la institución educativa, se trata de conferir especial autonomía al profesorado, más allá de su propia regulación legal y consolidada, por lo que la práctica formativa aporta interés y motivación por su parte y de cara al alumnado.

En este sentido, ya que los centros van a estar en posesión de plena autonomía tanto en la elaboración, como en la aprobación y ejecución del mismo. Es necesario involucrar a todos los actores que forman parte del proyecto educativo, desde el personal docente hasta la dirección de centro y otros profesionales referentes al ámbito escolar.

También es importante conferir cierta autonomía a otros colectivos afines al ámbito educativo, como el propio alumnado, las familias, las asociaciones de padres, etc.

No obstante, hay que recordar que el control y autonomía siempre deben actuar bajo un marco sujeto a la normativa vigente y democrático interno, que corresponde a la comunidad educativa, además de un carácter externo del que es responsable la propia administración.

 

Participación de la comunidad educativa

El atributo de la participación se encuadra en un marco de responsabilidad compartida por las administraciones educativas al completo, incluido el centro, y que exige que todos puedan participar y ser escuchados en la toma de decisiones a lo largo de los procesos del proyecto.

Toda la comunidad debe verse implicada y reflejada en las decisiones referentes a la planificación, la elaboración, el desarrollo y la evaluación del proyecto educativo del centro.

Según Solé Gallart (1994), “es necesario generar un participación que sea coherente, coordinada, eficaz y ordenada”. Además, es importante que favorezca al sentido de identidad del proyecto educativo. Es más, también es básico que garantice el éxito desde un ámbito de compromiso, responsabilidad individual y colectiva, y garante de un sentimiento de identidad.

Favoreciendo inclusive, la coordinación entre educación primaria y secundaria obligatoria en sus distintos proyectos para favorecer la incorporación de los alumnos de una a otra. Al igual que será promovida la colaboración, entre alumnos, profesores y padres para conseguir los mejores resultados educativos.

 

Reconocimiento de la singularidad

Este es uno de los criterios más importantes que hemos de tener en cuenta en el proyecto educativo, dado que de ella surge el esclarecimiento de ciertas necesidades de la escuela, como los principios que muestran la identidad de la institución. También establece el entorno formativo, junto a las prioridades y las acciones que se deben desarrollar en este sentido en los diferentes ámbitos de actuación.

En él deben ser descritas aquellas singularidades y especializaciones curriculares específicas que posee cada centro y que lo diferencia del resto en cuanto a criterios pedagógicos, de organización, etc.

Al asumir su carácter singular, la comunidad educativa muestra una coherencia que define las señas de identidad propias de cada centro, definiendo el análisis del entorno, el tipo de persona que desea educar y la realidad en la que se ubica.

Dentro del aspecto de la singularidad del centro, hay que destacar el carácter comunicativo y participativo, lo que requiere de un proceso de autoevaluación que ha de llevar a cabo cada escuela, teniendo en cuenta su propia identidad, así como otras aportaciones externas que permiten profundizar en el conocimiento del entorno y sus demandas.

 

Servicio educativo de calidad

Aunque se puede considerar el término calidad como algo subjetivo y ajustado a interpretaciones según el sistema de valores y creencias desde el que sea definido, no cabe duda de que en la realidad actual en que nos movemos es de gran importancia.

La importancia de la adopción de medidas y la utilización de recursos que fomenten la calidad del centro serán descritas dentro del proyecto educativo. Su trascendencia radica en sus implicaciones como sinónimo de garantía y eficacia de cara a los servicios que recibirá el alumnado, poniendo en valor el producto.

 

Por tanto, un proyecto educativo debe tener un planteamiento global, que reconozca la autonomía del centro, fomente la participación de toda la comunidad educativa, reconozca la singularidad del centro y garantice la provisión de un servicio educativo de calidad.


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