¿Cómo se puede mejorar la comunicación entre familia y escuela? Se trata de una pregunta de gran importancia, dados los efectos positivos en el aprendizaje de los menores y la fidelización de la comunidad educativa por parte de los centros. Un tema que, además, está en constante revisión, debido a la evolución en cuanto a las expectativas y demandas de los progenitores y docentes.

Implicar a los padres y madres en la educación de sus hijos debe convertirse en uno de los principales objetivos de los centros educativos, generando un mayor compromiso de las familias y una mejora en el rendimiento escolar de los menores. Como señalan Claire Forest y Francisco Juan García en Comunicación cooperativa entre familia y escuela, “el debate sobre la educación en su contexto familiar y escolar lleva tiempo preocupando a padres y profesores y es incuestionable que existe una necesidad entre los educadores de cooperación entre las familias y los centros escolares para mejorar la educación de los alumnos”.

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De hecho, según sostienen Anne T. Henderson y Karen L. Mapp , en su trabajo A New Wave of Evidence: The Impact of School, Family, and Community Connections on Student Achievement, la participación de los progenitores en la actividad de los centros disminuye los problemas disciplinarios de los alumnos y mejora las relaciones de las familias con los hijos  y  de estos con los docentes. Así mismo, una estrecha comunicación entre familia y escuela reduce en un 24% el absentismo escolar de los estudiantes, según el informe The Family Engagement Partnership Student Outcome Evaluation, elaborado en 2015 por la Johns Hopkins University.

 

Los retos de la comunicación familia y escuela

¿Cómo podemos impulsar una comunicación efectiva entre familia y escuela? En este sentido, el Departamento de Educación de Estados Unidos publicó en 2016 el informe Policy Statement on Family Engagement from the Early Years to the Early Grades, en el que destaca los retos a los que deben enfrentarse las instituciones educativas en este ámbito:

  • Facilitar una comunicación bidireccional. Para conseguir que la comunicación fluya entre el centro y los progenitores, el equipo directivo y docente de la institución educativa debe llevar a cabo las siguientes acciones:
  • Propiciar la comunicación sobre el desarrollo de los niños, tanto a nivel cognitivo, como social, emocional y físico.
  • Invitar a las familias a compartir sus preocupaciones y percepciones sobre la educación de sus hijos.
  • Informar a los progenitores sobre los instrumentos de los que disponen para contribuir al progreso de los menores.
  • Mantener una comunicación continua y proactiva con la comunidad educativa.
  • Posibilitar una toma de decisiones conjunta. Las políticas educativas de los centros deben garantizar la participación de los padres y madres en la planificación, toma de decisiones, y supervisión de los proyectos educativos a través de su integración en las juntas y consejos o mediante la composición de grupos de trabajo.
  • Proporcionar acceso a las familias e invitarlas a participar en actividades de aprendizaje. Se trata de aprovechar las experiencias de las familias en el aula, implementando programas y actividades en los que intervengan de forma directa los padres y madres y favorecer la inclusión de todas las familias, especialmente aquellas que se encuentran en situaciones de exclusión, desarrollando iniciativas de inmersión cultural o lingüística, por ejemplo.
  • Crear ambientes amigables para la familia. La comunicación con las familias debe ser en un lenguaje que sea fácil, comprensible y multicanal e incorporar actividades que den soporte a los padres y madres en todo lo relacionado con la educación de sus hijos.
  • Impulsar las conexiones entre los progenitores. Los retos comunicativos de los centros también incluyen el impulso de redes familiares y sociales, como espacios de intercambio de información, que logren estrechar los lazos dentro de la comunidad educativa.

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